Para comenzar quiero reconocer que pocos entrenadores conocen al fútbol lomero como Ezequiel Peranzi “Pomelo” (EPP). Por su recorrido, este luchador de la liga, remador de ilusiones, se fue ganando un lugar en La Loma y en la Liga a base de sacrificio y conocimiento, un dato no menor en este deporte.
Al no alcanzar renombre como futbolista, EPP debió
arrancar desde bien abajo: fue subiendo y progresando con el correr de las
temporadas y con la consecución de algunos éxitos.
Hoy en día, no es complicado entender qué se puede
esperar de un equipo que lo tenga como entrenador, el problema está en pedirle
que brinde algo distinto de lo que viene mostrando desde hace más de
veinte años. Hay un refrán español que dice: “Nadie está obligado a hacer más
de lo que sabe y puede” y se aplica perfectamente al entuerto entre Pomelo y La
Loma.
La Loma nunca fue un equipo “vistoso” o de “buen pie”.
Sus virtudes siempre fueron el sacrificio, la entrega y el compañerismo en este
equipo de amigos.
No hace falta que nadie se vaya, sólo queda levantar
la cabeza con la unión de todos sus integrantes y continuar con los objetivos
planteados con sus errores y virtudes.
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